La historia de Amalia no te dejará indiferente

Amalia vino a verme una tarde de febrero.

Hacía mucho frío y ni siquiera se quitó el abrigo cuando se sentó frente a mí.

Sacó un papel de su bolso y empezó a darme instrucciones.

“Vamos a cambiar el seguro del Nissan para el próximo vencimiento. Ya no lo vamos a poner a todo riesgo. Hazme un seguro a terceros, el más normal.

Daremos de baja el seguro de la furgoneta, ya no va a hacer falta.

Del seguro de salud vamos a quitar a toda la familia; deja solo a Anita, la pequeña, que le llevan el tratamiento de lo suyo en la clínica esa tan buena del seguro privado y no quiero cambiarla.

¡Ah! y el de casa vamos a revisarlo; a ver si me lo abaratas”.

Me extrañó lo que decía, pero me daba la impresión de que lo tenía tan claro que me puse a ello sin hacer el menor comentario.

Empecé a ver todas las fechas de vencimiento, las opciones alternativas para cumplir con lo que me había pedido, cuando entró otra clienta en la Agencia.

La atendió mi compañera y, cuando ya se iba, reparó en Amalia.

Vino muy decidida hacia nosotros y la abrazó.

“¡Cuánto lo siento Amalia! Pensaba pasar con más tranquilidad por tu casa, pero, ya que te he visto aquí, tengo que darte un abrazo”.

Amalia se echó a llorar en sus brazos y entonces me di cuenta de que, debajo del abrigo negro, vestía de oscuro. De luto, pensé.

En ese momento pregunté qué había sucedido y Amalia me dijo que creía que yo ya me había enterado de que había fallecido su marido.

Por ese motivo estaba revisando las cuentas y eliminando todos los gastos posibles.

Rebajando los gastos fijos.

Lo que más le dolía era el cambio de colegio de sus hijos pequeños y el mayor, que debería dejar la universidad.

Al menos de momento, las cosas estaban así.

Más adelante, ya vería.

Me explicó que, como yo ya sabía, su marido era autónomo y lo que le iba a quedar ahora era muy poco.

Me quedé en shock, no sabía qué decirle.

Más allá del disgusto del fallecimiento del marido, caí en la cuenta de algo.

“Amalia, tu marido hizo un seguro de vida hace años, ¿no lo sabías? Un seguro importante porque él era consciente del riesgo que corría por su trabajo y de la situación en la que os quedabais si pasaba lo que, desgraciadamente, ha pasado.

Espera que mire el capital y te digo”.

Amalia estaba blanca, a punto de desfallecer.

Miré los detalles y le comuniqué que el seguro del que ella era beneficiaria ascendía a 400.000€.

No sé qué fue primero si su grito, su llanto o la crisis de ansiedad que le dio.

Llamamos al médico para que la atendiera y se la llevaron a su casa después de avisar al hijo mayor.

Amalia volvió al día siguiente.

El disgusto por la muerte de su marido no se lo quitó el capital del seguro, eso está claro.

“Pero, he podido dormir por fin varias horas seguidas”, me dijo.

“No hace falta que toques lo de lo seguros, ya te avisaré cuando venda la furgoneta que es lo único que, lógicamente, no voy a mantener. 

Además, mis hijos pequeños van a poder seguir en el mismo colegio y el mayor no ha de dejar la Universidad.

Voy a intentar llevar la empresa con ayuda de mi hermano y, si veo que no, buscaré otra cosa, pero, de momento, el seguro nos ha dado un gran respiro.

Graciasdquo;.

Le aclaré que no me tenía que dar las gracias a mí, que fue su marido el que hizo el seguro.

“Ya, pero estoy convencida de que la idea partió de ti, que le insististe; a él no se le hubiera ocurrido”.

Pues eso, igual a ti te pasa lo mismo.

Que necesitas que yo te insista.

Para que me contactes, me llames al 655 551 609 o te pases por aquí y lo dejes todo arreglado.

Cuanto antes.

Un abrazo.

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